No es suficiente justificación la de que el único sitio neutral donde los candidatos podían discutir públicamente sus programas, era la Catedral. Ese argumento es peregrino, porque desconoce que la Iglesia y el Poder Civil están separados y así deben permanecer, precisamente para garantizar que ni el Estado intervenga en los quehaceres de la religión católica, ni los curas actúen en actividades reservadas a la potestad civil.
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