Hasta seis veces escuchó Isabel Ruiz el nombre de su marido, Manuel Soliva, por los altavoces de urgencias del Hospital Clínico de Valencia el pasado lunes citándole a consulta. Tanta llamada intranquilizó a la mujer, que tuvo que permanecer toda la tarde en la sala de espera al no dejarle entrar a la zona donde se encontraba su esposo, de 75 años, que dejó de valerse por sí mismo a raíz un infarto cerebral que sufrió el pasado mes de marzo.
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