Le da mucha, mucha vergüenza, vivir de sus padres, que le acompañan a Mercadona y pagan la comida. "Es una carga muy grande, tan mayores y jubilados. Los veo cansados", apunta con un nudo en la garganta. "Me quedaban muy poquitos meses de subsidio y no he podido renunciar a este trabajo de dependienta que acabo de empezar. Si lo dejo y se me acaba el subsidio ¿qué me queda? Cáritas".Tengo ansiedad, estoy en tratamiento por mi situación económica, siempre en números rojos"
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