Alejandro Fernández pide limosna con 31 años, 12 de ellos cotizados. Trabajó como encofrador y camarero, y su currículo desvela locales como El Gaucho Díaz o el Hotel Finisterre. Precisamente allí trabajó durante cinco años, haciendo brillar sus cinco estrellas. No es este el retrato de un holgazán, ni la triste historia de una mala vida. Pero Alejandro Fernández ya ejerce de vagabundo.
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