Fue a las 6 de la madrugada del 19 de octubre de 1959, en el patio de la antigua prisión de Barranco Seco, en la capital grancanaria. Puede que mañana, cuando se cumplan 50 años de su ejecución a garrote vil, haya operarios que empiecen su jornada en el centro de internamiento para inmigrantes en que se ha reconvertido aquella cárcel y no sepan que entre esas paredes expiró el último preso ajusticiado por el franquismo en Canarias y el último sentenciado a muerte en toda España por causa directa de la guerra civil.
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