El acusado no tendrá que entrar en prisión si paga los gasto de la veterinaria que certificó la muerte del pobre animal, que sufrió todo tipo de agresiones. Su dueño lo tenía en una terraza y lo golpeaba contra las paredes, le daba patadas, lo agarraba del cuello amenazando con tirarlo del balcón y lo golpeaba con utensilios de cocina. Al final, la muerte le llegó a la mascota por una paliza con el palo de una escoba.
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