Los Juegos de Pekín empezaron online. Ése era uno de los objetivos de la cita olímpica más marcada por las tecnologías. Censuras aparte, el plan no ha salido mal, ya que la mayoría de los cientos de miles de espectadores que acudan a la capital china tuvieron que reservar o comprar las entradas para alguna competición enviando un mensaje de correo electrónico. Nada de colas en taquilla ni largas esperas telefónicas. Una ventaja considerable. O no. Porque, en muchos países, ésa era la única opción.
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