Los pechos grandes del tipo de Sofía Loren o de la bella Marilyn Monroe muy pocas veces fueron admirados a lo largo de la historia de la civilización occidental. Es lógico que los hombres actuales nos neguemos a creerlo, cuando hasta hace pocos años la obsesión por aumentarse el tamaño de los senos llegó al nivel de caricatura. Las conejitas de Playboy tipo Pamela Anderson, de cuerpos delgados pero con tallas de copa triple D, hubiesen sido consideradas una atracción de feria hace 200 años...
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