Cuando a Feijóo le faltaban los cuatro famosos escaños para ser presidente, también negoció con Junts y lo hubiese hecho hasta con el mismísimo Diablo de haberle hecho falta. Aparcó el amor a la patria, pensó solo en tocar poder. Y si no consiguió su propósito de llegar a la Moncloa fue sencillamente porque los independentistas catalanes le dieron calabazas, como no podía ser de otra manera. ¿Qué esperaba el dirigente conservador, que aquella comunidad autónoma lo recibiera con los brazos abiertos después de que Rajoy enviara a los piolines
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