Si hablas un segundo idioma, puede que te haya pasado: cuando intentas conversar con alguien te trabas, te cuesta encontrar las palabras adecuadas y más aún pronunciarlas como es debido. Pero si has bebido un poco de alcohol, sientes que las palabras fluyen y puedes hilar una frase con otra con el aplomo de un nativo. No se trata de una impresión subjetiva, teñida de la embriaguez del alcohol, sin embargo.
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