(...) La caridad, patrimonio de las religiones, es aupada a política de Estado y principio rector de la sociedad. Así encontramos administraciones públicas, como la Diputación de Granada, que, mientras despide a los trabajadores sociales, convoca una recolecta de juguetes para niños pobres. Los bancos que no dudan en echar a al calle a las familias que no pueden pagar su hipoteca instalan cajones a la salida de los grandes almacenes para que los clientes dejen allí alimentos donados a comedores sociales. (...)
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