No tiene veterinario ni licencia. Mata a sus animales de forma ilegal. Aun así, el «foie» de Olga acaba en restaurantes como Mugaritz, el tercero mejor del mundo. (...) En la granja Momotegi usan un hábil eufemismo para hablar de los días de matanza. Lo llaman la terapia de grupo y la dueña, Olga Posse, es su principal oficiante. Primero, inmoviliza a sus patos en una máquina con forma de cono invertido; luego los agarra del pescuezo y, finalmente, se lo rebana de un tajo con una pequeña navaja. Ni siquiera se molesta en aturdirlo
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