Mustapha, de 28 años, despachó al último policía que llegó a su plantación de marihuana con un billete de 200 dirhams (unos 20 euros). Un soborno a cambio de no revelar el sustento que da de comer a su mujer y sus dos hijas. El cultivo de esta planta –con la que se produce el hachís– está prohibido en Marruecos, pero cerca de un millón de personas viven de actividades económicas vinculadas a su producción y venta. Además, el país se ha convertido en el primer productor mundial y principal proveedor del mercado español.
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