“Deberían dejar de hacer segundas residencias, puede haber hoteles para que la gente vaya cuando quiera. O sea, nosotros no negamos el turismo, pero si decimos que ya no hay más recursos hídricos y que la gente ya no cabe en las playas, entonces no tiene ningún sentido que se siga construyendo”, indica Gisbert. No obstante, a pesar de la gran problemática a la que se enfrentan los vecinos, hay opiniones dispares y distintos intereses.
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