La difusa frontera entre las actividades económicas legales y las delictivas se ha ensanchado de manera inabarcable. El producto criminal bruto representa un 20% del comercio mundial con unos tres millones de “sociedades fantasma” en paraísos fiscales. Una misma inclinación a evadirse en tales paraísos distingue a esas oligarquías financieras que han destruido los procesos económicos reales para instaurar el beneficio especulativo a gran escala, merced a la desregulación global.
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