El Pentágono otorgó la concesión del suministro de armas para luchar contra la insurgencia y los talibanes en Afganistán a una inexperta compañía dirigida por un joven de 22 años y cuyo vicepresidente es un masajista profesional. Esta compañía ha estado enviando a la policía y el Ejército afgano armas del antiguo bloque comunista con más de 40 años de antigüedad, que la OTAN y el Departamento de Estado USA descartaron por obsoletas y se habían gastado millones de dólares para que fueran destruidas.
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