Su crisis es evidente. Ni siquiera los propios partidos la niegan: nunca antes los ciudadanos han confiado menos en ellos y aparecen en las encuestas como uno de los mayores problemas de la sociedad. Su imagen está bajo mínimos, tienen un enorme problema de credibilidad y no son pocos los políticos que se enfrentan, a diario, con abucheos en casi cualquier lugar al que acuden.
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