Es un secreto a voces que los inspectores de educación y la administración educativa (cuando no el propio equipo directivo) han obligado a miles de profesores a disminuir el número de suspensos, a inflar las notas de no pocos alumnos, a promocionar obligatoriamente a chicos que, en ocasiones, habían suspendido cuatro o más materias, esto es, malos estudiantes de solemnidad que no merecen titular en “secundaria”. De esta manera se disfrazaron las estadísticas en el estado español durante lustros enteros.
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