Agosto del 2011 fue el último mes en el que la demanda neta de energía aumentó con respecto al mismo período del año anterior. Pero en septiembre, de vuelta de las vacaciones de verano, empezó el declive del consumo, que acumula desde entonces veinte meses consecutivos de caídas. Es una consecuencia directa de la depresión económica, que ha mermado hasta el ahogo el poder adquisitivo de los hogares y ha condenado al cierre a miles de empresas.
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