Durante la etapa pre-adolescente, que “abarca las edades comprendidas entre los 11 y los 14 años”, se registra un mayor consumo de alcohol en proporción a lo que su cuerpo puede asimilar, tendencia que va descendiendo durante la adolescencia hasta alcanzar la etapa adulta. El consumo de alcohol durante estas etapas produce deficiencias cognitivas a largo plazo de mayor magnitud que el consumo en adultos, poniendo de manifiesto que se trata de un periodo especialmente sensible en la formación del cerebro.
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