En principio, cuanto mayor sea la altura del blanco los resultados son peores porque los fragmentos estarán más tiempo en órbita. No olvidemos que cualquier objeto en órbita baja sufre un ligero pero continuo frenado atmosférico que provoca que acabe reentrando al cabo de un tiempo. Un satélite en una órbita de unos 200 kilómetros puede reentrar al cabo de unos pocos días, mientras que otro a una altura de unos 400 kilómetros —como la ISS— es capaz de aguantar años. Por contra, un satélite en una órbita de mil kilómetros se quedará arriba...
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