Por tanto asumo mi tanto de responsabilidad por ser funcionario y pido públicamente disculpas por tan abyecta condición. Por eso, tras el reconocimiento de mi falta, solicito desde esta tribuna que me sea rebajado el salario cada año hasta lograr la que se supone ha de ser la perfecta condición del funcionario: que trabaje sin cobrar y expíe así su pecado nefando: tener ese puesto estable al que, ¡malvados!, todos aspiramos.
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