Los sicarios que trabajan para bandas del narcotráfico están convirtiendo a México, una prominente economía emergente y uno de los principales abastecedores de petróleo a Estados Unidos, en una zona de conflicto que está alarmando a Washington, al turismo y a inversionistas. Los asesinatos empezaban con una llamada telefónica y solían terminar en una decapitación, pero eran sólo trabajos para este sicario mexicano, uno de los, quizá, cientos que han aterrorizado Ciudad Juárez. Ahora dice estar arrepentido y relata en qué consistía su trabajo
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