El conductor acudió al banco y solicitó 20.000 monedas de 25 peniques. Las metió todas en dos grandes botes de pintura vacíos en los que se podía leer “ Pago de extorsión”, y los volcó en presencia de la recepcionista que no pudo ocultar su cara de asombro y se fue sin mediar palabra. El recuento de todo el dinero llevó más de tres horas, resultando que sobraban siete dólares que Sanders no aceptó.
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