Hemos convertido la dignidad humana en una mercancía. Los ricos tienen derechos, los pobres no. Pasaportes para unos, concertinas para otros.... Los Estados que (en el uso de sus competencias exclusivas) venden en los mercados los derechos de residencia y nacionalidad no sólo están franqueando a inversores potencialmente indeseables sus puertas domésticas. También, como se ha dicho, están permitiendo su acceso a todo el espacio Schengen. El peligro es tan evidente que, el 13 de enero de 2014, el Parlamento Europeo ha condenado estas prácticas e
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