Klaus Matschos, de 46 años, fue el único que pujó por la radio, pagando un euro más los gastos de envío, de 3,98 euros. "Cuando abrí el estuche cayó un sobre y pensé que era el modo de empleo", explica este electricista de la localidad germana de Dorsten. Sin embargo, lo que tenía entre sus manos era el testamento de un tal Gustav dirigido a su hijo Heinz en 1990. Entre sus últimas voluntades, pedía ser enterrado en el cementerio Louise, del barrio berlinés de Charlottenburg.
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