Esto no es casualidad, pues sus programadores y diseñadores han estado asesorados por psicólogos conductuales para encontrar los porcentajes de recompensa y los diseños de escenarios y enemigos que nos tienen como al perro de Pavlov delante de la pantalla, esperando la siguiente recompensa, la cual encima casi nunca es la que buscas. Es la aleatoriedad de la recompensa la que engancha, por irónico que eso parezca, pues la esperanza del gran premio siempre está ahí.
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