El imperio romano se convirtió en cristiano durante el siglo IV. Al comienzo del siglo, los cristianos eran -como mucho- una minoría sustancial de la población. Al final, los cristianos (o los cristianos nominales) constituían la mayoría en el imperio. Aparte de la pequeña y étnicamente circunscrita excepción de los Judios, el mundo antiguo no había conocido una fe excluyente, por lo que el rápido éxito del cristianismo primitivo es una anomalía histórica.
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