En 1797, ya era un joven maestro auxiliar en una escuela comunal. Cuatro años después, uno antes de convertirse en rector de un instituto, tuvo lugar un momento tan absolutamente banal y poco científico como es una noche de juerga, que llevaría a Grotefend, nada menos, que a descubrir la escritura cuneiforme: el alfabeto más antiguo conocido.
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