Seguro que los lectores tendrán conocidos, amigos, familiares —si no ellos mismos, no queríamos decirlo— que, para escapar de un marrón, se han metido en una refinanciadora de ésas, un Cofidis o incluso un banquito o cajita que les están clavando unas comisiones/intereses que les tienen minada la moral y el estómago. Bueno, pues siga leyendo y verá como ese señor de la foto, con un orinal a los pies —o es un cenicero?—, es la solución a su marronazo.
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