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Como la vida misma

Incluso en los Juegos Olímpicos, que presumen de su proyección universal y admiten deportistas que no superan el control mínimo de calidad, todavía hay clases. Jorge Llames, el tirador de pistola que se estrenó en Londres, pudo darse cuenta perfectamente en sus dos días de competición en The Royal Artillery Barracks, cerca del antiguo estadio del Arsenal. A Llames y, se supone, al resto de competidores les obligaron a tapar con cinta adhesiva el anagrama de sus zapatillas deportivas.

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