Hoy os cuento una historia casi personal, a ver si le interesa a alguien.
Llegué a este sitio en Octubre del 2009, en plena crisis. Estaba tan cabreado como el que más, y le echaba la culpa a lo mismo que todos, así que me hablaron de Menéame y me sumé a al comunidad, creyendo que aquí encontraría gente un tanto zurda y bastante disconforme con lo que nos rodeaba. En ese sentido, no me sentí defraudado.
Durante muchos años, no recuerdo cuantos, pero seis al menos, fui Javert, aquel comisario de los Miserables, de Victor Hugo. Para quien haya leído el libro bastará con explicar que me pareció buena idea emular su principio de que cada uno hace lo que tiene que hacer, y que otros juzguen las circunstancias.
Como Javert me encontré muchas historias, buenos amigos y unas cuantas polémicas con otros usuarios y administradores. Lo normal, vaya.
Pero entonces comencé a ver que los que destestaban el capitalismo, perdían el trasero por unas décimas de karma, esa moneda social con la que aquí se distingue a los buenos de los malos. Y comprendí lo desinteresados que eran los anticapitalistas de Menéame.
Entonces comencé a ver cómo se pasaban listas negras por privado, y cómo me llegaban consignas para tumbar tal noticia o "joderle el karma" a algún usuario para que no pudiera comentar. Y venían de gente que clamaba contra el franquismo y afirmaba que en España no había nada nuevo cara al sol. Y comprendí lo que eran los libertarios de Menéame.
Entonces comencé a ver cómo caían de pronto chorros de negativos sobre una noticia, en cuanto aparecía el aviso de que era controvertida. Me pregunté que pasaba y supe que tumbar a una noticia con negativos aportaba unos céntimos de esa moneda, el karma, que aquí todo lo mueve. Y vi que los que saltaban como buitres sobre el animal enfermo eran los que predicaban solidaridad y pacto social. Y comprendí lo que eran los progres de Menéame.
Entonces comencé a ver cómo los mejores se cansaban, cómo se limitaban las noticias, como la comunidad menguaba porque los promotores querían ganar dinero y los usuarios obstaculizaban cualquier vía de hacer ingresos, porque todo lucro que no se expresase en karma era diabólico. Y comprendí la hipocresía de los supuestos agitadores de Menéame.
En ningún sitio he aprendido más que aquí sobre la izquierda española. Este sitio la refleja a la perfección. Gente que hace, en cuanto puede, lo contrario que lo que predica. Y no por un plato de garbanzos: por unas décimas de karma. El que venga a aquí a hacer proselitismo político, desde luego lo lleva claro: se aprende más viendo cómo se comporta la gente que escuchando lo que dice. Por eso me dan por saco los curas y los rojos.
Así fue como un día, desde Alemania y tratando de aprender el condenado idioma de ese país, dejé de llamarme Javert para ser Feindesland. El tío que se siente en territorio enemigo.
Y me importa tres cojones si mi apodo coincide con un himno nazi o una jota aragonesa. En ese sentido sigo siendo Javert: el que hace lo que cree que tiene que hacer y se conforma con eso, sin pretender tener razón.