El disparo de un cañón naval implicaba un número fijo de pasos que los artilleros debían ejecutar de manera casi mecánica para poder hacer una regular cadencia de tiro. Cada uno de estos pasos era importante, por lo que no podían saltarse sin riesgo de explosión del cañón o de cartuchos debido a la imprudencia o mal manejo. De ahí la importancia del ejercicio de carga y disparo del cañón de forma regular por las tripulaciones.
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