Hace unos días, en la prensa, podíamos leer que la inflación en febrero de 2022 ascendía al 7,6%:
Una subida que, como el propio titular desprende, poco tiene que ver hasta ese momento con el estallido de la guerra en Ucrania. En el interior de la noticia se introduce la siguiente gráfica donde se demuestra cómo la inflación en España está desbocada desde el año 2021.
Nos dijeron que privatizando las eléctricas, privatizando las empresas de carburantes, privatizándolo todo, gracias a una supuesta competencia y eficiencia, los precios de la luz, los billetes de avión, de los carburantes, o de lo que fuere, iba a ser más bajo que cuando esas empresas eran públicas. Han saqueado al pueblo con las privatizaciones realizadas por PP y PSOE y ahí tenéis el precio del carburante, de la electricidad y de todo por las nubes, con una carestía de vida que hay que remontarse a 1986 para encontrar una parecida… por el momento.
El trabajador produce un valor con su trabajo, del que una pequeña parte de ese valor se convierte en salario mediante el que el empresario compra su fuerza de trabajo, y la gran parte del valor producido por el trabajador es apropiado por el empresario en forma de plusvalía que sirve para engordar sus beneficios, para el lucro del empresario.
La fuerza de trabajo es una mercancía que su propietario, el trabajador asalariado, vende al capital, al empresario. ¿Para qué la vende? Para poder vivir. Y el salario es el precio de esa mercancía. Las mismas leyes generales que rigen para el precio de las mercancías, en general, rigen también para el salario, que es el precio de la fuerza de trabajo.
Resulta que los precios de todas las mercancías están disparados. El gasoil ha subido su precio un 196% en estos dos años —de hecho, ha subido un 28,4% en el mes de febrero—; el kilogramo de lentejas ha pasado de 1,12 euros en verano de 2021 a 2 euros hoy; la electricidad ha subido en el último año más del 80%, y así, suma y sigue. Sin embargo, el precio de la fuerza de trabajo, el salario, a diferencia del resto, retrocede. Sin ir más lejos, los salarios de los trabajadores del sector TIC han retrocedido más de un 30% entre 2010 y 2021.
Los empresarios no dudan en pagar la electricidad al precio impuesto por los empresarios de la electricidad, al igual que pagan la maquinaria o el combustible impuesto por los empresarios de esas mercancías y materias. Es evidente que los empresarios consideran mucho más al combustible, la electricidad o la maquinaria, o cualquier otra mercancía que a los propios trabajadores y a las trabajadoras y la mercancía que nosotros vendemos, la fuerza de trabajo, la única que genera plusvalor.
El coste de producción de la fuerza de trabajo es lo que cuesta sostener al trabajador como tal y formarlo para dicho trabajo, para dicho oficio o profesión. Por tanto, el coste de producción de la fuerza de trabajo más simple, más elemental, la que no requiere tiempo de aprendizaje alguno, o este tiempo de formación es mínimo, se cifra siempre en los gastos de existencia y reproducción del trabajador, siendo éste el salario mínimo.
Ya con la actualización del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en 2019, muchos encuadramientos profesionales del XVII Convenio TIC fueron rebasados por el SMI. A día de hoy, son los encuadramientos profesionales siguientes:
- ÁREAS 1, 2 y 4: C-I, C-II, C-III, D-I, D-II, D-III, E-I, E-II y E-III
- ÁREA 3: E-II y E-III
Estamos hablando de un convenio que entró en vigor en marzo de 2018 y que contemplaba “subidas” salariales hasta el 31 de diciembre de 2019 y, sin embargo, ya en el mismo año 2019, un gran número de encuadramientos profesionales quedaron rebasados por el SMI y, a día de hoy, más del 58% de sus encuadramientos profesionales recogen salarios por debajo del SMI, porcentaje que asciende a más del 78% si nos fijamos solo en las áreas 1, 2 y 4. Si miramos las tablas salariales del Convenio TIC, comprobamos cómo los empresarios y los sindicatos traidores que los firman (CCOO-UGT) no valoran en absoluto nuestra formación profesional y académica, el tiempo invertido por nosotros y nosotras en formarnos, de tal modo que más del 50% de los encuadramientos profesionales del convenio ya tienen el precio mínimo, el salario mínimo. Que, en puridad, ni eso es, porque los salarios base son inferiores apelando a la compensación y absorción de otros conceptos salariales que los sindicatos traidores (CCOO-UGT) mantienen.
El precio de la fuerza de trabajo, el salario, debería subir como mínimo en las mismas proporciones que el resto de las mercancías —IPC—. El precio de una mercancía sube o baja según la competencia entre los compradores y los vendedores de la mercancía. En lo concerniente a las mercancías, comprobamos cómo los vendedores, los empresarios, no dudan en estar organizados y hacer fuerza para defender los precios de su mercancía. Por ejemplo, los productores del petróleo están organizados para sostener los precios del petróleo allá donde a ellos y sus bolsillos les conviene. Lo mismo hacen las eléctricas.
¿Y qué hacemos los propietarios de la mercancía “fuerza de trabajo”, qué hacemos los trabajadores?
La organización que tiene que hacer valer el precio de venta de la fuerza de trabajo, los salarios, es la organización sindical, organización sindical que debiera estar dirigida por los trabajadores y trabajadoras que deben implicarse en primera persona en la defensa de sus intereses, sus derechos y su dignidad. Los empresarios, los compradores de la mercancía “fuerza de trabajo”, son los primeros conscientes de esa realidad, por ello no vacilan en dividir al máximo a los trabajadores y, para ello, es fundamental la labor ideológica —para que los trabajadores veamos el mundo por los ojos y los intereses de los empresarios— y corromper la organización encargada de defender el precio de la mercancía “fuerza de trabajo”, el salario, o lo que es lo mismo corromper al sindicato y al sindicalismo, para controlar y manejar la organización de los trabajadores al objeto de bajar al máximo el precio de la mercancía “fuerza de trabajo” (el salario), la única mercancía cuyo verdadero dueño es el trabajador y no el empresario.
En las empresas se ve claramente en la práctica diaria, cómo CCOO y UGT son totalmente dirigidos por las direcciones de RRHH, que hace candidaturas amarillas con estos sindicatos. En el Estado español también se ve perfectamente esta realidad, de tal manera el Estado de los empresarios financia generosamente a CCOO y UGT con dinero público, al objeto de desorganizar, dividir y corromper ideológicamente a los auténticos propietarios de la mercancía fuerza de trabajo, a los trabajadores. Ese papel sucio de la traición y la podredumbre lo juegan CCOO y UGT, por eso firman reformas laborales infames y convenios de traición que son auténtica basura, como es el XVII Convenio TIC. Un convenio donde estuvieron mareando la perdiz 8 años, engañando a los trabajadores para firmar el trágala impuesto por la Patronal, que ha consagrado, entre otras cosas, que los dueños de la mercancía “fuerza de trabajo” hayan visto cómo el precio de su mercancía, el salario, se ha desplomado más de un 30% en términos reales entre 2010 y 2021.
Hay salida y pasa por que los trabajadores tomemos las riendas, pasa por que los trabajadores mandemos al estercolero a los instrumentos de los empresarios para devaluar nuestros salarios —CCOO y UGT— y fortalecer la organización sindical que ponga fin a la devaluación de nuestros salarios y los aprecien, al igual que se aprecia el precio del resto de las mercancías, y ello pasa por fortalecer el sindicalismo en cada una de nuestras empresas, en fortalecer a la ASC, el único sindicato que no está manejado por la patronal.
¡FORTALECE LA ORGANIZACIÓN DE LOS TRABAJADORES, ORGANÍZATE EN LA ALTERNATIVA SINDICAL DE CLASE (ASC)!