La Constitución de la Segunda daba el poder a las Cortes para elegir al jefe del Estado, el mismo sistema que se sigue en Italia y que se ha reveló como un auténtico problema hace una semana. El lado opuesto, la elección por sufragio directo, tiene el inconveniente de dar pie a un modelo presidencialista como en Francia. Dar a los españoles la posibilidad de elegir al presidente de la República en las urnas rompería de una vez por todas con el sistema de la Transición heredado del franquismo y daría un nuevo aire democrático al país.
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