«¿A dónde vamos cuando morimos?», «¿hay alguien allá arriba que nos cuida?», «¿quién creó el mundo?». Son preguntas tan usuales como complejas éstas que hacen los niños con su ardiente curiosidad. Pero las respuestas no siempre son unívocas, sino que dependen de una clara distinción: si las coordenadas desde las que los padres responden son ateas o creyentes.
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