Muchas de estas criaturas tienen la piel recubierta de unas células cromatóforos que contienen un pigmento especial. Mediante el control dinámico del tamaño de dichas células, el animal puede cambiar de color e incluso crear patrones de color cambiantes. Los cromatóforos están conectados con el sistema nervioso y su tamaño está controlado por contracciones musculares.
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