El 19 de marzo una mujer regresó de Estados Unidos a la provincia china de Heilongjiang donde, hasta esa fecha, no se había detectado ningún caso de coronavirus. El 9 de abril se notificaron cuatro casos. Trece días después ya se habían diagnosticado 71 positivos. El relato muestra cómo la extraordinaria facilidad de propagación del virus hace que su contención sea tan difícil como frenar un chorro de agua con las manos. Y subraya, una vez más, el papel fundamental en la transmisión de los asintomáticos.
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