Mientras la reconstrucción de Nueva Orleans se eterniza más allá de lo que cabría de un país que presume de ser la primera potencia mundial, algo ha cambiado para alegría de los que defienden el liberalismo. Han aprovechado para convertir los colegios públicos que tenían que reconstruir (un centenar)en privados o concertados. De paso, de 4.700 profesores sindicados se ha pasado a 500.
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