Cataluña acaba de abrir un melón complicado: la introducción del tupper en las escuelas públicas. Que los niños se traigan la comida de casa y la calienten y se la coman en el centro. Una práctica ahora inexistente en la red pública de primaria y que plantea múltiples interrogantes. Desde qué garantías tendría para la seguridad alimentaria, hasta cómo reorganizarían los centros el servicio de comedor, cuál sería el futuro de las cocinas o la reacción de las empresas que se ganan la vida con los menús escolares.
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