Pepe Navarro está "desbordado" y no es para menos. La cafetería-panadería que hace cuatro años abrió en Quart de Poblet y que hace apenas dos meses estaba a punto de cerrar por la crisis ha pasado de tener un centenar de clientes a registrar la visita diaria de "más de 3.000 personas". Y la cifra sigue subiendo. El secreto del éxito de la reconvertida pastelería en despacho de pan tradicional es sencillo: vender la barra a 20 céntimos y ofrecer suculentas ofertas de dos piezas por un euro en bollería artesana.
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