El cliente ya no es ese número al que vender un producto o servicio (bueno, malo o regular), cogerle su dinero y olvidarse de él. Esta es la lección que están aprendiendo muchas empresas a base de batacazos. La reputación corporativa se ha convertido en un arma poderosa en manos de los internautas. Las opiniones negativas sobre un producto o servicio juegan en contra de las compañías.
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