Se descubren por accidente, por circunstancias que escapan a la lógica turística-monumental y que responden más a la visita a un colega de Erasmus o a alguna parafilia cultural. No son las más guapas del baile, no merecen ni siquiera una postal a la familia, pero su ritmo de vida y su descaro canalla las hace desnudarse con tremenda facilidad y generar nostalgia tontorrona.
|
etiquetas: ciudades , guapifeas , encanto , viajar