El cine como transmisor de ideas suele tener mucha fuerza en los países en los que el mercado interior es muy fuerte y los modelos americanos pueden copiarse de manera poco disimulada. Pasa en Turquía, China o Corea. En Japón, se añade un nuevo componente: una cinematografía particularmente rica y prestigiosa con equilibrio entre el cine popular y el de autor, que puede permitirse recuperar un icono de la cultura pop creado en 1954 y que ya hace acto de presencia en su trigésimo primera película. Godzilla, ciertamente, parece inmortal.
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