Cuerpos con los cráneos muy dañados, como si después de disparar los verdugos hubieran firmado el crimen con un culatazo del arma contra la mandíbula o la parte alta de la cabeza; fracturas en brazos y muñecas; manos atadas a la espalda; orificios de entrada y de salida de bala, unas veces de fusiles y otras de pistola. Los análisis de los 43 cadáveres encontrados en la segunda fase de la excavación de la fosa común de La Puebla de Cazalla (Sevilla) evidencian que las víctimas sufrieron muertes muy violentas.
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