Los muros externos de ese instituto de Barcelona siempre están decorados con grafitos. Pero a pesar de la permisividad, se está contraviniendo la normativa y los grafiteros pueden enfrentarse a un proceso judicial por una falta de daños. Y eso es lo que les pasó un buen día a cinco chavales que se libraron de un condena por daños al aceptar la oferta de la dirección del centro escolar de que impartieran a los alumnos del instituto un taller de grafitos. Era una forma de reparar el daño y y de aprovechar el talento de los muchachos.
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