A mediados de agosto comienza el mes santo del Ramadán, en el que cientos de millones de musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el ocaso; para los fieles, ese periodo significa también nada de peleas, palabrotas ni sexo durante el día. Pero no todo es ascetismo piadoso. El Ramadán es una fuerza que mueve el mundo, un periodo imprevisible de consumismo generalizado, conflictos sorprendentes y trapicheos políticos.
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