Este es un lugar imposible de cerrar. A las partes implicadas les gustaría hacerlo. Pero el centro de detención de Guantánamo es uno de esos sitios de condiciones tan rebuscadas en su excepcionalidad, que ni siquiera el presidente y comandante en jefe de la primera potencia mundial puede desmantelarlo, aunque quiera hacerlo. La mayoría de presos, unos 530, ya se ha marchado. Muchos de los que aquí quedan esperan ser transferidos a otros países. Hay un núcleo duro, de 20, que aguarda a su destino, encerrados en una prisión de máxima seguridad. S
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