Una de las convenciones que aceptamos en las películas, al igual que se puede conducir sin apenas mirar a la carretera, es que disparar armas de fuego es facilísimo. Un pacífico ciudadano que en su vida ha visto una pistola que no sea de plástico de repente tiene que pegarle un tiro a un malvado que viene a matarlo y lo hace sin inmutarse.
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