Una vida sin perro es menos vida. El éxodo rural, el separar al campesinado de la tierra y el ganado trae como consecuencia emocional que ahora, los nietos e hijas de aquellos hombres y mujeres con vínculos diarios al animal, sientan la necesidad atávica de tener una perra, un gato, algo. Es la biofilia, que vuelve a por sus fueros. La necesidad de un poco de vida orgánica, de contacto con la Naturaleza a través de los animales.
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